Balance fin de año

Inevitablemente todos lo hacemos, de una forma u otra todos hacemos balance sobre lo vivido cuando diciembre se acerca a su fin. ¿Esto es bueno o malo? Depende, depende de si solo te ahogas de lo negativo o si en cambio refuerzas y valoras lo positivo, que seguro es más de lo que imaginas.

He de reconocer que llevo semanas reflexionando sobre cómo ha sido mi último año... he de confesar que mi corazón necesitaba ya una tregua.
Ha sido el peor año de mi vida sin duda alguna, una carrera eterna de obstáculos donde el único apoyo ha sido el calor, cariño, consejos de la familia y amigos. 

Un día todo cambia, todo se torna diferente y sin tiempo para reaccionar tienes que empezar de nuevo, vuelves a la casilla de salida desorientado y sin plan, con heridas y sin fuerza, sin un ahora en el que agarrarse y sin un futuro claro. Con una jauría de alimañas alrededor de tu cuerpo deseando que te caigas al suelo y poder morderte, destrozarte sin piedad ... 
¿Que sería de mi en esos momentos sin el apoyo de los amigos?
El mejor consejo que me dieron este año fue:
“Nada volverá a ser como ayer, piensa en lo que quieres que suceda en un futuro y trabaja para lograrlo” atrás quedaba otro buen consejo que me dieron un año antes: “vive en el ahora y no pienses demasiado en el futuro “
En medio de la nada, todo me sonaba a chino, solo era una mujer asustada al borde del abismo.

Toda la vida intentando mejorar, crecer, aprender, volar y de repente te sientes vacía, como una marioneta en manos de otros.
Gracias a muchos de vosotros que hoy me estáis leyendo, he podido levantarme, limpiar las heridas y explicar a mis hijos porqué mamá se sentía triste. 
No os preocupéis, no sufráis porque ese fue uno de los momentos más bonitos del año.
Toda la vida protegiéndolos, minándolos, pintando todo de rosa en un mundo imaginario y de repente me encuentro a tres personas fuertes, valientes, maduros y con VALORES, ¡si!, muy orgullosa de los valores que he enseñado a mis hijos. Yo siempre les digo que para brillar no necesitan apagar la luz de nadie, que son lo suficientemente brillantes para lograr su espacio sin dañar a nadie. No os podéis imaginar lo mucho que presumo de ellos.
Lo que disfruto viéndolos  correr, muchos de vosotros vibráis igual que yo cuando veis a Sílvia correr, (los otros dos vienen detrás pisando fuerte también) otros la critican, ¿que le vamos a hacer? No se puede gustar a todo el mundo, tal vez nunca han tenido una mamá o un papá que les pudiera explicar que “menos criticar y más trabajar”. 
Yo siempre les digo que cuando alguien me empieza a hablar mal de los demás, doy un paso atrás, vete tú a saber lo que dirá de mi cuando me doy la vuelta...
A través de ellos, de mis hijos, he conseguido gestionar mi obsesión por los plazos y tiempos. Cuando los plazos dependen de otros es como una tortura que me asfixia y me vuelve loca.

Es curioso como el TIEMPO sigue siendo un año más el factor protagonista en mi vida, unas veces deseando que el tiempo pase volando, otras que se detenga, y sin más está siendo la clave de mi balance.
¡Me encanta que algunas cosas sigan siendo igual! Que el paso del tiempo no me haga olvidar lo importante que es vivír día a día intentando alcanzar mi mejor versión.

Necesitamos tiempo para crecer, para dedicar a la familia, para curarnos cuando enfermamos, para resolver problemas, para conocer a las personas, también necesitamos tiempo para nosotros mismos, para encontrarnos, querernos y reforzarnos.
Tiempo,  es lo que me he regalado estos últimos meses, por eso no me habéis visto mucho por ahí. Mi cuerpo y mente me pedían a gritos frenar y cargar las pilas, por una vez  en la vida hice caso y cargué las pilas, las pilas y unos cuantos kilos...

Tiempo es lo que quiero para estar con mi familia, para quererme, para volver a soñar, para volver a volar, a CORRER...
Tiempo y paciencia es lo que le pido al 2019,  porque a este 2018 lo voy a despedir con una patada en el culo, y con el tiempo, podré borrar todo el dolor que me ha hecho sentir. Con el tiempo, todos nos daremos cuenta que ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos... El tiempo es el único que pone a cada uno en su lugar. 

Tic-Tac ... se acaba el 2018 y no me avergüenza haber sido frágil, no me avergüenza haber sido débil, no me avergüenza haber llorado, también he reído a carcajadas, no me arrepiento de callar y tampoco me arrepiento ahora de hablar aunque todavía me duela, yo soy valiente, mi abuelo siempre me decía: “Vane, en la vida siempre tira para adelante, siempre con honestidad y valentía, fiel a tus ideas, pero siempre adelante “
Y... ¡si!, un día fui frágil, si, un día caí, también con ayuda y amor me levanté, pienso que solo fue una parada para coger fuerzas, para descubrir quienes son mis amigos de verdad.
La vida es corta, muchas veces te pone pruebas muy duras por delante, pero son pruebas para que nos demos cuenta de lo fuertes que somos.
“El espíritu humano es más fuerte que cualquier cosa que le pueda pasar.”
¡Venceremos!

¡A tomar por culo 2018!

¿Quien soy yo para dar consejos?

Que fácil es decir a los demás lo que hacen mal y que difícil es aplicárselo a uno mismo.


Hace unas horas daba un consejo a una de mis atletas que extrapolado a otro ámbito de la vida yo estaba haciendo igual de mal o si cabe, mucho peor…


Como entrenadora estoy viendo como la gente está perdiendo el respeto a las distancias largas, unas veces se hacen sin la preparación adecuada, otras veces se van a competir a lugares en las que las condiciones no son las más apropiadas, otras veces se hacen medias maratones, carreras de raíl como simples partidas en la PlayStation. Nos creemos que si no hacemos lo mismo que los amigos, conocidos o compañeros nos quedamos atrás, no avanzamos o mil chorradas más… si no ponemos una foto guay con un texto mega positivo “engañoso” tipo: “súper feliz, otra media a las espaldas, disfrutando mucho y pensando en la siguiente…”  

¿En serio? Yo he sido deportista profesional y no he disfrutado tanto como lo que leo… yo sufría, me dolían las piernas, espalda, cabeza, otras veces me desinflaba como un sapo… tenía miedo y mucho respeto cuando me enfrentaba a tantos kms. Mi sufrimiento terminaba en poco más de 60’, me pregunto yo… ¿cuando se disfruta en una carrera de más de 100’? ¿A esa gente que espera y busca ansiosa la la foto más guay para tener muchos likes, no sufre nada, nadita?


Os prometo que leyendo esas cosas yo me siento frustrada, e incluso un poco “mierdecilla”.

Menos mal que la experiencia y los conocimientos me devuelven a la realidad y en los momentos de lucidez, cuando alguien me cuenta lo súper bien que ha hecho una distancia larga, lo mucho que ha disfrutado, y que yo después de una simple división (matemáticas puras) en la que el resultado me dice que me están mintiendo (me siento como Conchita y su polígrafo cuando dice ¡el polígrafo dice que miente!) (risas) pienso, ¿a quien quiere engañar? Si a mi me da igual… a mi si que no me duele nada, ¿será por un like más? ¿Por hacer lo mismo que el resto?

No lo entiendo, ¿o si?


El caso es que yo hice algo peor… 

Mi sobrino está participando en un concurso junto a sus compañeros de clase. Los pequeños tenían que hace una calabaza de hallowen y ahora a través de Facebook se vota a la calabaza más bonita teóricamente, digo teóricamente porque la que va a ganar será la calabaza del niño cuyos padres tengan más influencia en RRSS. No es Justo, no es educativo y lo peor es que juega con los sentimientos de niños inocentes que todavía no entienden de los peligros de las RRSS, donde el mensaje que van a aprender es exactamente el contrario al del esfuerzo, al sacrificio… y llevarán a muchos pequeños a la desilusión y frustración, esa misma de la que os hablé al inicio de este escrito.


Justo todo lo contrario al mensaje que he querido trasmitir a mi amiga, por eso el titulo de mi escrito. ¿Quien soy yo para dar consejos?


Aún sabiendo que está mal sigo a la manada, sin pensar demasiado en la frustración de los chiquillos.


Porqué no le explico a Gael que lo importante es participar, esforzarse y le enseño a valorar el talento de sus compañeros, que si ganan otros niños se alegre por ellos; ese sería el mejor premio, el mejor regalo y la mejor forma de educar a mi sobrino.


¿Sabéis una cosa más? Todavía estoy a tiempo de cambiar los likes en RRSS por sentido común.



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