¿Quien soy yo para dar consejos?

Que fácil es decir a los demás lo que hacen mal y que difícil es aplicárselo a uno mismo.


Hace unas horas daba un consejo a una de mis atletas que extrapolado a otro ámbito de la vida yo estaba haciendo igual de mal o si cabe, mucho peor…


Como entrenadora estoy viendo como la gente está perdiendo el respeto a las distancias largas, unas veces se hacen sin la preparación adecuada, otras veces se van a competir a lugares en las que las condiciones no son las más apropiadas, otras veces se hacen medias maratones, carreras de raíl como simples partidas en la PlayStation. Nos creemos que si no hacemos lo mismo que los amigos, conocidos o compañeros nos quedamos atrás, no avanzamos o mil chorradas más… si no ponemos una foto guay con un texto mega positivo “engañoso” tipo: “súper feliz, otra media a las espaldas, disfrutando mucho y pensando en la siguiente…”  

¿En serio? Yo he sido deportista profesional y no he disfrutado tanto como lo que leo… yo sufría, me dolían las piernas, espalda, cabeza, otras veces me desinflaba como un sapo… tenía miedo y mucho respeto cuando me enfrentaba a tantos kms. Mi sufrimiento terminaba en poco más de 60’, me pregunto yo… ¿cuando se disfruta en una carrera de más de 100’? ¿A esa gente que espera y busca ansiosa la la foto más guay para tener muchos likes, no sufre nada, nadita?


Os prometo que leyendo esas cosas yo me siento frustrada, e incluso un poco “mierdecilla”.

Menos mal que la experiencia y los conocimientos me devuelven a la realidad y en los momentos de lucidez, cuando alguien me cuenta lo súper bien que ha hecho una distancia larga, lo mucho que ha disfrutado, y que yo después de una simple división (matemáticas puras) en la que el resultado me dice que me están mintiendo (me siento como Conchita y su polígrafo cuando dice ¡el polígrafo dice que miente!) (risas) pienso, ¿a quien quiere engañar? Si a mi me da igual… a mi si que no me duele nada, ¿será por un like más? ¿Por hacer lo mismo que el resto?

No lo entiendo, ¿o si?


El caso es que yo hice algo peor… 

Mi sobrino está participando en un concurso junto a sus compañeros de clase. Los pequeños tenían que hace una calabaza de hallowen y ahora a través de Facebook se vota a la calabaza más bonita teóricamente, digo teóricamente porque la que va a ganar será la calabaza del niño cuyos padres tengan más influencia en RRSS. No es Justo, no es educativo y lo peor es que juega con los sentimientos de niños inocentes que todavía no entienden de los peligros de las RRSS, donde el mensaje que van a aprender es exactamente el contrario al del esfuerzo, al sacrificio… y llevarán a muchos pequeños a la desilusión y frustración, esa misma de la que os hablé al inicio de este escrito.


Justo todo lo contrario al mensaje que he querido trasmitir a mi amiga, por eso el titulo de mi escrito. ¿Quien soy yo para dar consejos?


Aún sabiendo que está mal sigo a la manada, sin pensar demasiado en la frustración de los chiquillos.


Porqué no le explico a Gael que lo importante es participar, esforzarse y le enseño a valorar el talento de sus compañeros, que si ganan otros niños se alegre por ellos; ese sería el mejor premio, el mejor regalo y la mejor forma de educar a mi sobrino.


¿Sabéis una cosa más? Todavía estoy a tiempo de cambiar los likes en RRSS por sentido común.