Quiero compartir con vosotros esta pequeña descripción de lo que para mí fue correr la maratón de Madrid. Es un artículo que una vez escribí para una revista relacionada con esta carrera.
“La gente me preguntaba una y
otra vez: ¿por qué Madrid? Mi respuesta era la siguiente pregunta: ¿por qué no?
Después de la mala carrera de los JJOO tenía miedo de volver a enfrentarme a los 42.195m y no saber estar a la altura, necesitaba volver a sentir, disfrutar y al mismo tiempo sentirme querida y arropada, para
eso tenía que encontrar el mejor de los escenarios, y Madrid reunía todo lo que buscaba. Un perfil duro, sí, pero con duende. Muchas veces los corredores sin darnos cuenta dejamos a un lado la verdadera esencia de nuestro deporte por perseguir una marca o por intentar ganar al
compañero… Y nos olvidamos de disfrutar, dejamos a un lado lo que nos hace sentir bien y nos hundimos en una espiral que nos gasta la energía y nos hace perder la ilusión, y es justo lo
contrario a los valores que yo intento trasmitir. Disfruto corriendo, me gusta lo que hago, persigo mis sueños, pero sin perder mi personalidad. Por eso me decidí a correr Madrid.
Correr en Madrid suponía correr en casa, era saber que en cada esquina yo sería la protagonista pues ahí estaría mi familia, mis amigos y la gente que me quiere. Con la tranquilidad de
sentirme protegida y arropada por los míos, ese 27 de abril pasara a formar parte de uno de los mejores días de mi vida.
Esa mañana amaneció un día frío, por suerte para los 26.000 corredores que a las 9:00 tomamos como nuestras las calles de Madrid. Curiosamente, ese día, una paz y una tranquilidad (cosa inusual en mi) me hacían presagiar que haría algo grande, el saber que Julio y Fernando estarían a mi lado todo el tiempo, me hacían sentir segura. Al poco de comenzar la prueba me di cuenta que sería dura, muy dura, pero no me importaba, mis escuderos estaban ahí; habíamos compartido cientos de km… Todo estaba calculado al milímetro, prueba de ello era la “chuleta” que Fernando llevaba en el brazo jajaja…
Durante la primera mitad de carrera entre el público pude reconocer muchas voces conocidas: Marco, Nuria, Azu, Grego, Sagra, mis compañeros De Traininrey y un largo etc… Me sentía feliz, cómoda y ¡capaz de comerme el mundo! Cómo veis hasta ahí todo perfecto. Cuando entramos en la casa de campo más o menos km 23 los nervios empezaban a jugarme una mala pasada… Las dudas y el miedo a no saber sí sería capaz de afrontar el tramo final de la carrera me estaban empezando a bloquear las piernas; en medio de mis pensamientos la voz de un amigo que iba en una bici me tranquilizo, “Vane, las africanas no tienen buena cara” enseguida me recompuse. Así llegamos al temido km 33 uno de los puntos negros, yo gracias a Dios me encontraba muy entera y una de las africanas ya se había descolgado; poco después era Girma Tadese la que me descolgaba a mí en un ataque muy fuerte, ahí, tanto Fernando como Julio vieron una temeridad intentar seguir ese ritmo y me convencieron para seguir nuestro plan, seguros de que ese había sido un gran error por parte de la atleta africana. En ese momento Julio tampoco pudo seguir nuestro ritmo, la lesión que le retiró de la alta competición había llamado a su puerta, algo con lo que contábamos. Pasado el 35 mis piernas y mi cabeza empezaban a flojear… Fernando trataba por todos los medios que yo no me viniera abajo, llevaba el ritmo como un reloj y no paraba de recordarme todo lo que habíamos entrenado… Sufriendo muchísimo y recordando todo lo que había entrenado para llegar ahí, día a día con Fernando, las tiradas largas con mis compañeros y deseando abrazar a mis hijos que estaban en la meta… Llegamos al 39, ¿qué os puedo decir? Yo pensaba que ahí empezaría lo peor, mi fisioterapeuta estaba ahí para darme ánimos, casi salgo corriendo, ¡pero para otro lado! Con el dolor de piernas que yo tenía…Alguien nos había dicho que nos sacaba la primera un minuto; nosotros seguíamos a nuestro ritmo, sufriendo mucho pero contenta por mi 2º puesto.
En el 39,5 alguien me dice que la primera va pinchada, que la puedo ganar, yo pensaba que se estaba quedando conmigo, la sensación que yo llevaba era de ir andando pero poco a poco íbamos recortando metros; recuerdo mi mirada clavada en el cartel del km 40 y la voz de mi cuñado:“Vane, ahora o nunca” “tienes la oportunidad de ganar el Maratón de Madrid”, palabras que se me han grabado en lo más profundo de mi corazón y que eran el único combustible que me quedaba, me dolían las piernas, la espalda, tenía calambres en los brazos ¡y solo quedaba 1195m! Tenía que intentarlo, seguir sufriendo, ¡pelear hasta el final!
Ya dentro del Retiro, el bullicio de la gente me llevaba entre algodones, Fernando gritaba eufórico, mientras yo me preparaba para lo que ya sabía que sería mi gran victoria, soy una atleta muy rápida, con un gran final y con fuerza suficiente para conseguir adelantar a la africana y ser la primera mujer que vieran mis hijos entrar a la meta.
Tan sólo quedaban 195m... Más o
menos 35 segundos, un mundo en aquel momento para mí ...Una explosión de sentimientos, una euforia incontrolable. Sólo quería gritar, saltar, llorar. Abrazar a mi gente y saborear
lo que tanto trabajo me había costado conseguir. Esos últimos metros dentro del parque del Retiro me quedarán marcados para el resto de mi vida.
Espero que os guste mi experiencia y os ayude a entender la cantidad de cosas que pasan por mi cabeza cuando me enfrento a la prueba más mágica del atletismo; no es nada fácil plasmar con
palabras los sentimientos, las emociones que brotan en lo más profundo del corazón. Julio siempre me decía:” si algún día lo pruebas te va a encantar”
, lo que él no sabe, es que me enamoré de esta prueba en el momento que le vi correr a él, me ha enseñado a acariciar el asfalto, a sentirme más viva que
nunca cuando me enfrento a los 42.195.
Como decía antes, RNR
Madrid Maratón & ½ no sólo es una cita atlética, es una fiesta del deporte donde todos y cada uno de los participantes son los protagonistas de su propia historia, historias llenas
de trabajo, esfuerzo y superación. Donde todos llevamos el mismo objetivo: disfrutar y vencer el temido muro. También agradecer a los organizadores, patrocinadores y voluntarios que trabajan
duro para ayudar a que nuestros sueños se hagan realidad.
Gracias a todos los que día a día me empujáis a seguir soñando”.
Vanessa Veiga